El Qi Gong es el arte de mover la energía vital para que fluya por los meridianos que recorren el cuerpo. En la antigüedad era conocido como el arte de fluir con la vida.
La respiración marca el ritmo de los movimientos, cada vez más lenta, más profunda, con su movimiento de ida y vuelta, de llenar y entregar, y a través de ella se van unificando cuerpo y mente.
Los movimientos, con la práctica, van ganando suavidad, equilibrio entre fuerza sin tensión y relajación sin lasitud. En el cuerpo esto implica soltar, ir ganando flexibilidad, eliminar la rigidez y los bloqueos, aumentar la propiocepción, la sensibilidad y la conexión con el propio cuerpo.
Esto tiene un gran impacto en la salud. Dicen los yoguis que la edad la determina la flexibilidad de la columna, y es uno de los aspectos por los que el Qi Gong aumenta la longevidad.
El trabajo con el cuerpo y la forma es el mismo que con la mente. El Qi Gong constituye así una meditación en movimiento.
Con la práctica también la mente gana fluidez y flexibilidad. En la vida ayuda a soltar, a eliminar la rigidez y los bloqueos mentales y emocionales, aumenta el autoconocimiento, la sensibilidad y la conexión con el universo. Tiene relación con la aceptación de lo que es tal y como es, con la apertura a lo que la vida nos depare, dejarse hacer, con la no resistencia a lo que acontece. Aumentan la calma, el equilibrio, la estabilidad y la armonía. El corazón se suaviza, la paciencia y la serenidad aumentan y la misma elegancia de los movimientos impregna las acciones.
Cada momento, cada encuentro, cada situación es una oportunidad para fluir.
El Qi Gong unifica lo externo y lo interno abriendo a la comprensión de que no hay separación entre fuera y dentro, mente y cuerpo, yin y yang. Todo es Vida expresándose en la vida.